LOLA ALVAREZ BRAVO

Lola Álvarez Bravo

Fue una fotógrafa mexicana. Fue una figura clave, junto con Tina Modotti, Frida Kahlo, Diego Rivera y su esposo Manuel Álvarez Bravo, en el renacimiento post-revolucionario en México. Nació de padres ricos en el estado de Jalisco. Se trasladó a Ciudad de México siendo niña. Su madre abandonó después a la familia en circunstancias misteriosas. Su padre murió siendo ella adolescente. Entonces fue a vivir con su hermanastro cerca de México. Allí conoció a Manuel Álvarez Bravo, un vecino. Manuel le enseñó a Lola como revelar la película y hacer copias en el cuarto oscuro. Inspirada por fotógrafos como Edward Weston y Tina Modotti, Lola emprendió una carrera independiente brillante. Durante 50 años, fotografió una amplia variedad de temas, tomando imágenes documentales de la vida cotidiana en pueblos de México y las calles de las ciudades, así como retratos de grandes líderes de diferentes países

“Cuando yo era niña me enseñaban a servir el té, a hacer pasteles y platillos franceses que, de tan decorados, se volvían infames y nadie quería probar. Nada de eso me gustaba. Se suponía que yo debía saber cosas porque era señorita, pero a mí me parecían denigrantes. También querían que aprendiera a tocar el piano. Yo sabía lo que iba a pasar: en las fiestas tendría que tocar para que los demás brincaran. Entonces dije que no. Dije que en todo caso yo también quería brincar.”

Lola Álvarez Bravo pertenece a una generación de mujeres educadas en los años posteriores al porfiriato, y en los primeros de la revolución, marcadas aún por la moral decimonónica. En las clases burguesas, sobre todo, el único camino posible de la emancipación para jóvenes carentes de toda formación fuera de las “labores propias de su sexo”, es el matrimonio. Ser musa de artista ofrece, en los años veintes y treintas ventajas ineludibles: María Asúnsolo, Lupe Marín, Nahui Olín, a su manera se abren camino en el medio intelectual mexicano.

Sin embargo, sólo Frida Kahlo, María Izquierdo y Lola Álvarez Bravo despuntan como auténticas creadoras, solitarias.
Frida y María trabajan en su taller, rodeadas de sus amigos y de sus parientes; Lola anda sola por las calles:
“Yo era la única mujer que andaba brincando con una cámara en las calles, en los desfiles deportistas y del 16 de Septiembre, y todos los reporteros se burlaban de mí. Así que me volví gallo.” Conservó su apellido de casada. Era una manera de reconocer sus orígenes, no sólo sentimentales, sino profesionales también. Con ello, adoptó una línea de conducta, un estilo y, sobre todo, una ética. Una y otra vez, a todos los que la entrevistaron, Lola Álvarez Bravo repetía la misma frase:

“Si algún valor tienen mis fotos, es porque muestran un México que ya no existe”.

Manejó la cámara con la determinación de un toque de su dedo, con la profunda astucia de su mirada curiosa; en la búsqueda del efecto, del instante, de la expresión, atrapó momentos como en jaulas de tiempo; Lola conservó la esencia de quien pasó por su vida; cazadora de situaciones instantáneas, alquimista de imágenes.

Dolores Martínez de Anda, nació en Lagos de Moreno, Jalisco en 1907. Conoce a Manuel Álvarez Bravo desde niña; se casa con él en 1925 y se van juntos a vivir a Oaxaca. Ahí, el contacto con el pueblo y sus artesanías, conmueve su sensibilidad. El matrimonio es muy pobre de modo que, al irse aficionando a la fotografía tiene que compartir la cámara con su esposo, quien, en un principio, no le permite grandes posibilidades de acción en este campo. Sin embargo aprende de él la técnica de la fotografía.

Frecuentan a los intelectuales y artistas del momento, como Diego Rivera, Dr. Atl., etc. Se separa de Álvarez Bravo en 1935 y empieza a trabajar en la Secretaría de Educación Pública haciendo fotografías para la revista El maestro rural, con lo que entra en contacto con el campo. Es muy amiga de Frida Kahlo y de María Izquierdo. También impartió clases de dibujo, fue directora de la galería de arte contemporáneo, posteriormente recibe el nombramiento de jefa del Departamento fotográfico del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).

Trabaja en el Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad. En 1955 ella tomó parte en la exhibición “ The Family of Man” , organizada por Edward Steichen para el Museo de Arte Moderno de Nueva York. Su pasión la llevó a abrir la Galleria de Arte Contemporáneo en donde Frida Kahlo realizó la primera exhibición individual de una mujer en México en 1953.

Los estudios de Álvarez Bravo sobre el cuerpo humano, masculino y femenino, son sobre todo estudios de la forma y la composición. Las líneas marcadas y los contrastes dramáticos de luz caracterizan unas de sus obras. Cabe hacer notar que la fuerza de las mujeres de Lola emana de sus cuerpos; son dueñas de sí mismas y su físico es un estandarte de vitalidad personal y síquica.

Manuel y Lola Álvarez Bravo fotografiaron espacios habitados por el hombre, vividos; no idealizaron, como tantos otros antes y después, los rostros indígenas y las actitudes seculares de los campesinos, ni revindicaron elementos fácilmente folklorizables de los ritos religiosos del México profundo. Como los pintores, los músicos y los poetas de su generación, encontraron su materia estética ahí donde anteriormente sólo se veía suciedad y pobreza.

Lola Álvarez Bravo deja que la realidad se imponga a su lente. Su propia presencia apenas aflora. Fotografía comúnmente a la gente de espaldas o de lado, sin que se entere; la sorprende en sus quehaceres domésticos, en sus gestos cotidianos, en sus ensueños. Este distanciamiento voluntario que no anula la subjetividad no se traduce en imágenes frías e impersonales, sino que ahonda en la intimidad.

La mirada reflexiva de Lola Álvarez Bravo es siempre respetuosa, profundamente humana. Se detiene sobre los seres con una ternura que imprime a sus fotografías una sinceridad poco común.. Es la mirada de un testigo fiel que pretende transmitir sin artificios lo que ve y lo que siente

Fue la primera mujer que México reconoció como fotógrafa profesional. Lo que para ella había comenzado como un contagio de la actividad de su marido, al poco tiempo se convirtió en un oficio que desarrollar durante toda su (larga) vida y con el cual no sólo documentó un mundo en desaparición, sino, también, una ética convertida en estética. Un libro de reciente aparición en nuestro país la rescata en todo su esplendor.

Se le han rendido innumerables homenajes y reconocimientos, y ha recibido diversos premios. En reconocimiento a su labor y trayectoria, el Departamento de Bellas Artes de Jalisco impuso el nombre de esta artista jalisciense a la Galería del Teatro Degollado. También ha recibido los elogios de los más renombrados críticos de arte de nuestro país y de los Estados Unidos. Sus fotografías han ilustrado libros, revistas, catálogos y publicaciones varias. La cámara de Lola Alvarez Bravo captó la obra de muralistas, pintores, escultores y grabadores de México, así como monumentos arqueológicos, versiones gráficas de personas y escenas de la vida popular. Su obra permanece en colecciones privadas y públicas de México y el extranjero, algunas de sus más destacadas obras se encuentran en el Museo de Arte Moderno de Nueva York. Como resultado de su labor logró coleccionar más de seis mil negativos.

En 1982 es publicado el recuerdo fotográfico, recopilación de 120 imágenes en ediciones Penélope.
Lola Álvarez Bravo, recibió en su tierra natal Lagos de Moreno la presea "Dr. Mariano Azuela" máximo galardón que otorga el H. Ayuntamiento de esta ciudad a los laguenses que han logrado destacar por sus obras y acciones a nivel nacional e internacional.
El libro “Escritores y Artistas” de Lola Álvarez Bravo fue publicado en 1982 así como el de “Recuento fotográfico”. Lola tomó parte en numerosas exhibiciones fotográficas dentro y fuera de México.

Lola Álvarez Bravo murió en la ciudad de México en 1993.