Bienvenidos a esta locura mistica donde encontraremos poemas, amigos, rock, buena vibra, y una que otra cosa que se nos vaya ocurriendo. que disfruten su paseo por este lugar y esperamos su colaboracion. GRACIAS ETERNAS A TODOS LOS QUE COLABORAN Y FORMAN PARTE DE ESTE GRAN SUEÑO QUE YA ES UNA REALIDAD LLAMADO UNIVERSIDAD DEL INFIERNO. Y TAMBIEN GRACIAS A ROCKURMEX.
¿PORQUE UNIVERSIDAD DEL INFIERNO?

Simple. Desde siempre la sociedad ha menospreciado a los rockeros por su forma de vestir y de ser,y los fanaticos religiosos nos condenan al fuego eterno por el simple hecho de no ser como ellos. El nombre es un chiste, una comedia, una burla a las mentes adoctrinadas que todavia piensan que rock es sinonimo de malo. LA UNIVERSIDAD DEL INFIERNO ES UN ESPACIO DONDE CONVERGE EL ROCK, LA CULTURA Y EL MUNDO DESDE NUESTRA PERPECTIVA. ES UN ESPACIO PARA MENTES INQUIETAS Y BIEN ROCKANROLERAS.

jueves, 26 de noviembre de 2009


Quiero un lanzallamas y un libro de poemas

Quiero paz, quiero tranquilidad, que los cuervos ya no revoloteen graznando frente a los ojos abiertos de mis sueños
Quiero paz, quiero tranquilidad, que los cuervos ya no revoloteen graznando frente a los ojos abiertos de mis sueños. Y no deseo un pastel de cumpleaños ni tarjetitas cursis que prometan amistad hasta la posteridad. Quiero un lanzallamas. Y el combustible necesario para flamear todo mi pasado
Sí, sería más romántico un bidón de gasolina y un encendedor Zippo, pero a estas alturas no me puedo andar con tibiezas. Así que prefiero un lanzallamas con el combustible adecuado. No me inviten botellas de vino, pues prefiero emborracharme con mi ron preferido. Quiero detractores agudos que cuestionen mis ideas y no se limiten a comentarios simples como “deberías aprender a escribir”. Prefiero lectores comprometidos que admiradores que saquen lustre a mi egocentrismo. Quiero el nuevo disco de Los Fabulosos Cadillacs a ver si se me pega algo del “Arte de la elegancia”. Quiero una antología de Jaime Sabines porque la mía la extravié en alguna mudanza. Y no estaría nada mal un póster de El Santo y Blue Demon contra los monstruos. Ya siendo exigentes me vendría mejor una litografía del Dr. Alderete. Por supuesto, quiero la bondad en la mirada de mis hijos antes de abrazarme. Y también que mi madre deje de soñarme en sus peores catástrofes. Quiero un lanzallamas para borrar de mis archivos todas las historias pésimas que he escrito; “uy, no te quedará ninguna”, yo mismo me respondo. Quiero que cuando muera me incineren con los sobrantes de mi primer libro. Quiero quemar mis documentos, exterminar mis boletas de calificaciones, todos los papeles necesarios para los trámites burocráticos y las facturas que no he pagado. Quiero dejar de ser el estúpido que he sido y sonreír de manera natural. Quiero una mujer que me transmita tranquilidad nada más con abrazarme. Quiero paz, quiero incienso para aromatizar las noches de insomnio, quiero un repertorio de abrazos para cobijar las tristezas de mis hermanos. Para no hacerme pendejo, requiero sólo el tiempo necesario para pedir perdón a todos los que he dañado. Y que los poetas que habitan el Olimpo me concedan la gracia de rentarme a sus musas, las más furcias. Quiero que musiten en mi oído una que otra frase decente o un poco rescatable. También quiero un aumento de sueldo y que ya me dejen entrar sin corbata a la oficina. Y no estaría mal que ya me pagaran por escribir esta columna o de menos que me cedieran los derechos para autofinanciar mi libro. Quiero gritar gol en el estadio, quiero beber en el medio tiempo, emborracharme con Corona después de la victoria. Y ojalá que Cruz Azul ya deje la mediocridad en los vestidores o de menos que el equipo en que juegan mis hijos avance a la siguiente ronda. También estaría genial que mis amigos dejaran de observarme con recelo. Ya no quiero que me quieran, bastante hacen con soportarme. Y que los dioses me den sentido común para no incendiar Palacio Nacional o de menos que me otorguen paciencia para soportar a la pandilla de cretinos que nos gobiernan. Quiero que Andrés Calamaro se nacionalice mexicano y que Nery Castillo se retracte de jugar por México. Demasiados deseos para un triste cumpleaños. Me conformo con tu mirada tierna, con tus piernas entrelazadas con las mías y con seguir hurgando en tus orgasmos.
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Ya no quiero un Mini Cooper ni sueño con un millón en el Melate. Prefiero amanecer un buen día en la Riviera Maya conectado con mis emociones y no pegado a la computadora. Ya no quiero ser el jefe de nadie, porque es mejor gobernar mis tristezas y jubilarlas antes de tiempo. Ya no quiero que me llamen mis ex novias a las tres de la madrugada para reclamarle por pendejadas. Ya no quiero acumular años sino despojarme de odios que aún me generan intereses. Ya no quiero relaciones enfermas que me revuelven el estómago. Ya no deseo la paz del mundo ni esas cosas que nos hacen creer que somos buenos; me basta con que el infierno se llene antes de tiempo con los ojetes que especulan con los impuestos. Ya no quiero maldecir a Arjona, pero suplico al cielo para que se quede a vivir en silencio en su mansión de Miami. Ya no quiero al América fuera de la Liguilla porque me causa más placer que los eliminen en semifinales. Ya no pretendo escribir de manera decente sino que me basta con generar uno que otro relámpago que te ilumine el día o encienda tu sonrisa. Ya no aspiro a nada, me conformo con poco, con el amor de mi madre, con la solidaridad de mis hermanos, con la admiración de mis tres hijos, con el respeto del señor de la tienda, con la amabilidad de los ancianos, con la simpatía de los jóvenes, con este espacio en el diario, con una dosis extra de sarcasmo, con la suficiente inspiración para armar un poema que te llegue hasta la médula, con la pésima voz con la que canto en la regadera. Ya no suspiro por viajar al extranjero porque me es más que suficiente con caminar en calma por las calles de mi barrio. Me alcanza con casi nada para sonreír como loco frente al espejo. Me basta con cierta lucidez para burlarme de la adversidad. Ya no quiero acumular libros, porque me llena la poesía de Roque Dalton y el sentimiento de Jaime Sabines y la fiereza de Nicanor Parra. Ya no quiero cumpleaños sin la banda sonora de Joaquín Sabina o la guitarra de Fernando Delgadillo o el rock de Fito y los Fitipaldis. Ya lo dije antes, quiero paz, quiero cielo, quiero una canción que me recuerde que soy la suma de mis defectos, el recuento de pellejos, un armazón de esqueletos y un corazón en fragmentos. Y quiero un lanzallamas y un libro de poemas para leer en voz alta mientras prendo fuego a todo lo que me ha dado más tristezas que momentos buenos.

ROBERTO G. CASTAÑEDA

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que onda mi buen noble!!!

Esta chido tu pot, me late, chido eh, neta que aqui estan tus buenas ideas chevere, neta me agrada lo que subes aquí.

Atte. Pantrax