Bienvenidos a esta locura mistica donde encontraremos poemas, amigos, rock, buena vibra, y una que otra cosa que se nos vaya ocurriendo. que disfruten su paseo por este lugar y esperamos su colaboracion. GRACIAS ETERNAS A TODOS LOS QUE COLABORAN Y FORMAN PARTE DE ESTE GRAN SUEÑO QUE YA ES UNA REALIDAD LLAMADO UNIVERSIDAD DEL INFIERNO. Y TAMBIEN GRACIAS A ROCKURMEX.
¿PORQUE UNIVERSIDAD DEL INFIERNO?

Simple. Desde siempre la sociedad ha menospreciado a los rockeros por su forma de vestir y de ser,y los fanaticos religiosos nos condenan al fuego eterno por el simple hecho de no ser como ellos. El nombre es un chiste, una comedia, una burla a las mentes adoctrinadas que todavia piensan que rock es sinonimo de malo. LA UNIVERSIDAD DEL INFIERNO ES UN ESPACIO DONDE CONVERGE EL ROCK, LA CULTURA Y EL MUNDO DESDE NUESTRA PERPECTIVA. ES UN ESPACIO PARA MENTES INQUIETAS Y BIEN ROCKANROLERAS.

jueves, 11 de marzo de 2010


Abrazado al fuego del desvelo





Abrazado al fuego del desvelo


Cuando era niño siempre soñaba que alguien me perseguía pero que siempre me escapaba volando. Si me preguntan qué significaba eso, no sabría responder a ciencia cierta pero creo que tenían que ver con mis miedos, con esa eterna sensación de fragilidad. Nunca he sido un tipo duro, aunque a veces me comporte como si actuara en una película de bajo presupuesto
Así que no es de extrañar que, educado por una madre que se debatía entre su decepción ante la vida y el compromiso de trabajar 18 horas al día, sea un hombre emocionalmente vulnerable. De por sí flaco como el gasto de una ama de casa, mi esqueleto emocional es tan sólido como las promesas de un político en campaña. Desde chavito quise ser muchas cosas, como muchos de mi generación: doctor, astronauta, cantante de rock, centro delantero, cantinero en un bar, padrote o de perdis afortunado con las viejas, vagabundo... pero me sobraban sueños y me faltaron oportunidades. Por eso es que acabé como inventor de mentiras, como arquitecto de castillos en el aire, como un tipo que nunca ha rebasado ningún horizonte. Gran parte de lo que no pude ser se lo debo a mi falta de carácter, pero no por eso se acaba el mundo. Desgraciadamente muchas de mis frustraciones tienen su origen en mi infancia, creo. Por eso cuando me reconozco como un canalla, como un cretino, como ese pobre imbécil que está lleno de resentimientos, asumo que es la herencia genética de mi padre. Puede sonar injusto, pero así lo siento. La soledad es un abrigo en el armario, aquel libro arrinconado, una caja de chocolates oxidados, una metáfora de la nada. Nunca he navegado con buen tiempo, siempre hay una maldita tempestad que arrasa los desvelos. Sentado frente a la ventana fumo Marlboro Lihgts y el humo me sabe a fuego, a ese incendio que es quedarse inmóvil mientras las horas huyen con pasos lentos. Tengo oscuras madrugadas y mi vida es un cuadro tristísimo de Frida Kahlo, unos versos de Efraín Huerta, aquella foto del desierto, alguna canción de Los Decadentes, un abrazo constante con el fuego del desvelo.


II) Mi retrato en el buró me recuerda que el vacío es la distancia entre mi pellejo y los huesos. Cómo carajos no saltar al abismo cuando el vértigo te mueve el piso. Esta madrugada es una broma de mal gusto. Las cucarachas tienen fiesta en la cocina. Mis ojos se dilatan y mis miedos resguardan las salidas de emergencia. Soy un tonto a la deriva, un idiota sin remedio que de vez en cuando sonríe mientras se vuelve loco por completo. Últimamente mis defectos se confabulan para recordarme que soy un estúpido, que todos mis proyectos están incompletos, que nunca he sabido amar la vida, que cada vez estoy más cerca del subsuelo, que la oscuridad es una metáfora de mis días, que beber no remedia nada, que hay un incendio en mi cabeza y que algún día tendré que gritar mientras me quemo. Mientras llega la fecha, tengo tiempo de tramitar mi pasaporte hacia el infierno. Será mejor salir de vez en cuando, a beber a sitios menos solitarios.




III) Un sujeto en la barra mira con detenimiento su vaso. Yo me muero de ganas por salir a fumar un cigarro. Y en la rockola suena un dardo certero de los Cadillacs: “Suena como un crimen lo que tú me has hecho,/ deberías ir a parar a prisión./ Suena como un crimen que me hayas mentido, que hayas engañado a este corazón”. Lo que no quiero es pensarte mientras vuelo, llorarte mientras duermo, soñarte mientras despierto, gritarte mientras callo, porque es morir de a poco, en desesperante espera, creyendo que te encuentro al caminar por cualquier acera. Recuerdo tu ausencia y me desgarro la voz cantando canciones que siempre me describen perfecto. ¿Dónde estás, Fernanda?, pregunto y yo mismo me contesto: quizá te encuentras cobijada por otra piel que sobre la tuya serpentea. Cuerpos ardiendo con gemidos como música de fondo. Shuik, shuik, shuik, casi oigo cómo lubrican al contacto sus sexos iracundos mientras sus húmedas humanidades forman un nudo cálido. Oigo en mi mente tus eróticos jadeos. Ahhhhhhhhhh, manifiestas festiva el placer y odio no ser yo el que esté contigo. A estas horas, aquí, hundido en este infierno de recordarte, acaricio el lomo de mis miedos, mientras tú, tan lejana, seguramente piensas en el próximo orgasmo.


Roberto G. Castañeda

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